El ingrediente perfecto

Jan 20, 2022

 

Si eres un@ lector@ asidu@, posiblemente vas a entender a dónde quiero llegar con este artículo. Si por el contrario hasta ahora empiezas a explorar mis letras, primero, te doy las gracias por animarte a dedicar tiempo a algo nuevo, y, segundo, te invito a explorar tanto el artículo "Una voz con objetivos claros", como "Mandamientos o esenciales" para que comprendas mejor esta reflexión que comparto a continuación.

En esta oportunidad recurro a una poderosa afirmación del doctor Gerald Jampolsky quien nos dice que existen dos tipos de comunicación: por un lado aquella guiada por el amor, y por el otro, la que responde al miedo. Su premisa es apasionante, por esta razón decidí navegar en el postulado y buscar en la data que hace 11 años recolectamos en Think & Talk insumos que nos permitan entenderlo con claridad.

Lo que les comparto es precisamente el curioso resultado de recorrer nuestra investigación desde la óptica de estos dos comportamientos.

 


       

Comunicamos con cuidado porque nos preocupa lo que piensen otros de nosotros, de nuestro conocimiento, de los comportamientos, posiciones, ideas, en fin, y lo hacemos desde el miedo, desde la preocupación, desde la inquietud de algo que no controlamos que consiste en la valoración y la evaluación que otras personas puedan hacer de nosotros. 
 
 
Evitamos mostrarnos como somos porque nos frena el famoso - qué dirán -, por ejemplo:
  • Que nuestras ideas no son suficientes.
  • Que no somos lo que otros esperan.
  • Que brillemos menos que otros.
  • Que no nos reconozcan o acepten. 
 
Este punto se conecta con el anterior, pero vale la pena desarrollarlo aparte por el peso que tiene y es tenemos miedo de perder lo que tenemos: amigos, parejas, familia, empleo, status o bien porque nos exponemos mucho o, por el contrario, debido a que nos exponemos poco.
 
Nos llenamos de temor antes de dar cualquier paso, vivimos en miedo constante que nos paraliza o inhabilita y entramos en modo comunicar por supervivencia no por conciencia quitándole a nuestra asombrosa capacidad comunicativa todo su poder. 
 
Hablamos de algo que posiblemente está muy arraigado, casi Impreso en el ADN por la desafortunada costumbre humana de calificar, clasificar, juzgar y catalogar.
 
Si quieres leer un poco más, explora el artículo "¿Por qué nos cuesta tanto cambiar lo que no funciona?" 
 
 
Y lo que es más difícil de todo este comportamiento, es que el resultado es opuesto a lo que buscamos y las consecuencias son muy riesgosas. Te comparto algunas de ellas para que en un espacio muy personal revises qué tan cerca o lejos estás de esta vía:
 
 
 
La lista podría seguir pero hagamos una pausa y veamos el otro camino:
 
 
Sería maravilloso compartir nuestras ideas sin miedo, llenos de confianza, con fuerza y total convicción. Acudimos a nuestra data y esto es precisamente lo que pide más del 96% de l@s líderes que nos buscan para desarrollar su conciencia de comunicación. 
 

DESCUBRE EL LABORATORIO 

 

Pocas personas intuyen lo que ocurre cuando está extraña palabra se integra a nuestra conciencia y a nuestra cotidianidad, pero eso no pasa por arte de magia, tampoco es química, ni don, es un comportamiento consciente resultado del autoconocimiento, la preparación y la práctica.
 
 
La primera tarea es entender cuál es nuestro camino habitual y con esto me refiero a ese que empleamos la mayoría de las veces. 
 
Advertencia: Si nos mentimos a nosotros mismos en esta primera revisión, no valdrá la pena avanzar y es muy fácil hacerlo y hacernos creer que siempre actuamos de la mejor manera. Para estar muy seguros podemos probar con un ejercicio simple: revisar si alguna o varias de las situaciones que menciono en el camino del miedo resuenan y luego verificar porque seguro así encontrarás realidades. Ten presente que por difícil que sea la respuesta la claridad siempre te va a ayudar a obtener mejores resultados.  
 
Ayuda: si el camino constante es el del amor, sentimientos como el  miedo, pena, resentimiento, inconformismo, ansiedad, inseguridad, comportamientos débiles, ficticios, poco propios, impuestos, o la necesidad de controlar todo, difícilmente estarán presentes.
 
Un segundo paso es entender qué nos da seguridad, qué nos hace confiar tanto en nosotros como en lo que decimos y hacemos. 
 
La tercera parte corresponde a simplemente ser y por literario que suene, a estar. Emplear a conciencia la autenticidad como una herramienta de conexión sincera y estar presentes y atentos, como recurso inicial para construir desde la empatía, sin pensar hacia atrás ni imaginar lo que viene, simplemente sintonizados con hacer de nuestra acción comunicativa el mejor regalo para quien la recibe. 
 
Ahí es en donde está el verdadero amor. 
 

 
 
Una historia extra: Comunicación como regalo 
 
Como buena nieta de campesinos, aprendí a amar mis caballos desde muy pequeña y con mucha confianza desde los cinco años montaba sola. Un día en una cabalgata con mis papás y con el abuelo Pablo, mi sombrero salió volando y tocó el anca de mi yegua con la mala fortuna de hacerla reaccionar con un salto que me mandó al suelo. El golpe no fue grave porque no terminé en el hospital, pero la emoción fue tan fuerte que hoy recuerdo perfectamente el momento. 
 
Las reacciones de los adultos no tardaron y aunque lo recuerdo como una eternidad dolorosa seguro fue un instante. Mi mamá y mi papá saltaron de inmediato de sus caballos para revisarme, ver si tenía heridas o algún hueso roto y para calmarme. Mi abuelo espero sabio en su caballo. 
 
Cuando se aseguraron de mi integridad y al ver que no paraba de llorar aparecieron afirmaciones con la mejor intención como: “no pasó nada, sana que sana…” , y cuando ya pasé del llanto al sollozo empezó la tarea poco lógica, pero común para que me montara de nuevo al caballo como si nada ocurriera. Una misión que entre más analizo, menos me parece cuerda y por mucho que los adultos la practiquen no creo que el resultado sea lo esperado - que perdamos el miedo a volver a hacer lo que nos acusó daño -. 
 
De inmediato reaccioné con toda mi capacidad de supervivencia, si bien no tenía lesión física me dolía el alma de pensar que mi yegua me había lastimado. Éste proceso fue más largo, mis papás intentaron de todo, por las buenas, por las no tan buenas y cada vez fallaban más porque yo me afianzaba con más fuerza a mi posición (les confieso que hoy creo que definitivamente fue parte de mi terquedad también). 
 
¿Y para dónde va toda esta historia? 
 
En todo ese huracán de emociones y reacciones, mi abuelo, el papá Pablo que todo el tiempo había estado en silencio en su caballo observando, desmonta, me alza en un abrazo que yo sentí como si fuese el de Poseidón: seguro, mágico, protector. 
 
Sin preguntar o decir nada me sube sola a su caballo, toma a mi yegua de la rienda y avanza caminando. 
 
Es un momento tan fuerte que yo simplemente tomo con fuerza la silla y no discuto y en la medida en que avanzamos me dice: 
Una frase que evidentemente fue mucho más que palabras, hoy la veo como un gran regalo, a eso me refiero cuando hablo del poder de la comunicación, a entregar el conocimiento, las palabras, las ideas con amor transformador.
 
Con este gran regalo que me entregó una persona muy importante en mi vida te propongo un primer reto para este inicio de año:
 
 • Lista aquellos regalos te han dado en la vida vestidos de ideas.
 • Escribe todas las ideas que tienes que pueden ser grandes regalos para otros.
 • Piensa de qué manera las puedes entregar.
 
Y haz de la ConCiencia de Comunicación tu herramienta más poderosa para este 2022.
 
 

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