¿Cómo encontrar la historia perfecta para acompañar mi idea?
Feb 23, 2022¿Qué ocurriría si llegas en una noche a un festival de música tecno muy famoso en Asia (al cual vas por curiosidad más que por gusto y desde luego porque tu espíritu turista y aventurero te dice que hay que ir para saber si vale la pena o no) y aunque la música estridente no es lo tuyo, el buen ambiente te permite conectarte y disfrutar al punto de querer saber cuál DJ ha sido responsable de la gran noche.?
Te enteras que es una espectacular mujer de 85 años que no hace mucho tiempo decidió seguir su pasión y estudiar para ser la mejor.
Yo daría todo, y hago más que lo que es posible, por conversar con personas que parecen sacadas de un cuento, como Sumiko Iwamura, en ellas encuentro pasión, sabiduría, inspiración, vida y, en algunos casos, tanta aventura que no quiero que la conversación termine.
Pero no es necesario ser un@ sorprendente DJ de la “tercera edad” para tener conocimientos y experiencias asombrosas. Créeme!! Esta magia la encuentro en médic@s, en banquer@s, presidentes, líderes comunitari@s, en Margarita la señora que vendía en la calle, frente a mi antigua oficina, las arepas rellenas de queso más increíbles que me he comido en Bogotá…
De eso se trata este nuevo espacio de #ConCienciadeComunicación; si te interesa descubrir ¿qué hay detrás del poder de las historias? te invito a que dejes de lado por unos minutos lo que estás haciendo para que puedas leer y desafiar lo que quiero mostrar a continuación, y ,por qué no, encontrar tu propia magia.
Una de las razones por las que nos cuesta tanto compartir información, conectar con las ideas en los escenarios corporativos - y aveces en los espacios personales - es por el camino frío que seguimos para hacerlo.
Coincido en que a veces nos faltan historias, pero entiendo también que los líderes no las empleamos con tanta tranquilidad porque en muchas oportunidades esto implica evidenciar momentos de duda, de confusión, de debilidad y otras realidades que por temor mejor nos reservamos.
Al fin y al cabo a nadie le parece fácil exponerse, sentir que está haciendo el ridículo si emplea una anécdota, como por ejemplo su primer rechazo en la adolescencia, pensar que va a echar cuento en lugar de contar una historia apropiada y menos desnudarse.
Por otro lado, es muy fácil inventarse un cuento, y lo hacemos desde pequeños. Lo que es retador es entender qué se necesita para transformar información fría y datos en algo que tenga sentido y significado para obtener el resultado deseado: la aceptación y apropiación de una idea por parte de la audiencia.
Cuando hacemos ejercicios de comunicación conscientes queremos que todas las personas que nos escuchan se vuelvan parte activa de eso que estamos compartiendo, que lo vivan, que lo sientan y que actúen al respecto, huimos de la difícil situación de pasar SIN TON NI SON.
¿QUÉ SE PUEDE HACER PARA EVITAR ESTE RIESGO?
Lo primero es explorar tu memoria para buscar conocimientos, experiencias, aprendizajes y maestr@s que de alguna manera hayan aportado al camino que has construido. Ten en cuenta que así como a ti te encanta enriquecer el conocimiento con historias y estás mucho más dispuest@ a digerir información cuando te conecta con todos tus sentidos, a tu audiencia le ocurre lo mismo.
Segundo, ya lo hemos conversado, es indispensable dar a cada momento de comunicación un objetivo que puedes transmitir, una visión, un sueño, una meta, de tal forma que le permita a los demás ver las cosas como tú las ves. Por esta razón asegúrate de tenerlo claro para que la coherencia sea tu mejor aliada. No olvides compartir también a qué le apuntas, cómo vamos a llegar allá, qué necesitamos para lograrlo, esto acompañado de los posibles resultados le permitirá a la audiencia ver los beneficios y contribuir.
Tercero, y para esto hay un camino, mostrar lo que implica; explicar lo que se requiere para llegar hasta allá, los desafíos que se pueden presentar y luego la manera de hacerlo juntos. Al diseñar este recorrido piensa que cada instante debe ser inspirador y hacer que todas las personas se conecten con la idea, conseguir que de manera voluntaria y muy motivada se conecten con la meta que te has propuesto, necesitas hacerlos parte.
Cuarto, emplea el recuerdo como recurso para desencadenar emociones. Narrar una situación en orden cronológico de tal forma que todas las piezas queden perfectamente articuladas puede ser un buen camino, también lo es elegir y describir correctamente los lugares con precisión hasta el punto que le permita a la audiencia unir cada característica, sonido, e imagen para recrear la escena e imaginar a la perfección lo que estás contando; detallar los objetos, acompañadas con su carga emocional, del valor que tienen para ti y para lo que estás transmitiendo; ilustrar las personas con sus conexiones, emociones, dinámicas y relaciones.
Ayuda a la audiencia a entrar en tu cabeza y a ver lo que tu vez, cuidando siempre la estricta relación de cada componente con la idea central de lo que estás compartiendo.
Para el quinto punto voy a acudir a la investigación realizada en la Universidad de Vermont en 2016, que es relevante al momento de hablar de la entrega de datos. Usualmente recurrimos a las gráficas que difícilmente hablan por si solas, a números que nos dejan en las garras de la subjetividad - si tenemos en cuenta que lo que para unos suena grande para otros puede ser ínfimo - , a tablas de excel en donde prima el impulso de la audiencia de hacer matemática y no el mensaje, o a elaboradas infografías que brillan por su diseño, pero no conectan con la razón.
Esta vez la invitación es a hacerlo diferente, a pensar que al momento de hablar de cifras - como lo detectaron los investigadores en cuestión - existen dos alternativas conectadas con nuestra emoción: hablar de temas afortunados o desafortunados. Si vemos los datos que vamos a compartir con esta óptica podemos, cómo ellos proponen, generar suspenso entregando poco a poco los datos para llegar a un resultado exitoso que le permita a la audiencia conectar con emociones positivas. Si por el contrario los datos no llevan a la mejor conclusión se puede conducir a la audiencia hacía un objetivo común de transformar el resultado o encontrar alternativas para lograr un cambio.
Para explorar un poco más este tema te invito a investigar acerca de los Arcos emocionales de la historia, una teoría desarrollada por Kurt Vonnegut que nos invita a emplear la narrativa al momento de presentar datos para ayudarle a la audiencia a conectar, y por qué no, a tomar decisiones con mayor facilidad desde la lógica y la emoción.
Todo este recorrido nos exige también cuidar uno de los puntos más sensibles, el sexto: la audiencia. Es ella el mejor recurso al momento de elegir lo que vamos a contar y aunque cada persona que reciba la idea puede reaccionar de una manera distinta, tenerla presente al momento de organizar nuestra información nos permite tomar el camino adecuado si analizamos su cultura, las necesidades, las presiones, los intereses, los objetivos, entendemos sus valores y con estas variables presentes definimos los recursos que mejor se ajustan. Por ejemplo, no todas las personas están dispuestas a oír historias de la infancia, o de fracaso, ni en todos los escenarios el impacto de las anécdotas de adversidad es el mismo.
El cuidado al momento de sintonizar una idea con las historias que la acompañarán requiere empatía y la intensión profunda de aportar, conectar y construir con lo que transmitimos.
ADVERTENCIA el hecho de buscar la mejor manera de conectar con la audiencia no se traduce en disfraces ni actuaciones, debemos tener en mente el hecho de que si bien las historias son un recurso muy poderoso, su impacto real depende de la convicción que tengamos de ellas y de la presencia de genuina vulnerabilidad acompañada de una dosis exponencial de transparencia que nos permita conectar de humano a humano.
ASI VA NUESTRO CAMINO
El séptimo punto de cuidado está asociado al origen de nuestras ideas, el cual puede sonar medio evidente, y precisamente por eso lo pasamos por alto tantas veces; este es entender y entregar nuestra información partiendo de su humanización.
Nada de lo que compartimos existiría sin nuestra intervención (y no me refiero a la tuya o a la mía, hablo de la de nuestra especie). Los datos que tenemos han sido generados gracias a las personas, los contenidos que consumimos vienen también de este tipo de trabajo, así los procese una máquina, los equipos que empleamos fueron construidos por… y la lista podría seguir.
Si entendemos e incluimos esto en la comunicación nos alejamos de la técnica y nos acercamos a la conexión, a la posibilidad de hablar de acciones y de situaciones, a involucrar a colaboradores, a consumidores, a creadores; en fin, es posible que allí tengamos suficientes personajes que nos permitan dar vida a nuestras ideas, que nos dejen mostrar lo que hay detrás de eso que queremos transmitir, otorgándole un poderoso significado y transformándola en algo memorable.
UN PAR DE INSUMOS ADICIONALES
Cuándo toda la información esté preparada tu tarea es revisar las emociones, esas que hacen que los datos tengan sentido, los esfuerzos, los desafíos, los momentos de frustración… todo eso que ha ocurrido para llegar hasta donde estás contando. De esta manera no serán cifras planas, se convertirán en momentos que expresan lo que se ha conseguido, y esta identificación te permitirá conectar de la manera correcta al momento de entregar tu idea.
Es importante poner los números en un idioma que entre en nuestra cabeza, ya hablamos de su subjetividad, hagamos el camino más sencillo empleando comparaciones que nos permitan asociarlos para digerirlos, para verlos con claridad con ejemplos tangibles.
Con cada uno de estos recursos seguro el camino será más impactante y sin duda más entretenido. Y aunque esto no es una garantía de que todas las personas se suban al barco al mismo tiempo, la tarea constante de compartir la idea, de aclarar inquietudes y de estar nutriendo la conversación dará los mejores resultados. Será un proceso en donde quien reciba la información que entregas se transforme en participante, no será solo un espectador apático; conseguirás que entienda que no hay camino perfecto, pero que vale la pena probar, pensar, actuar, transformar … a partir de tu propuesta.
Considero que todos tenemos la misión de compartir nuestro conocimiento y experiencia, y sé que esta posibilidad depende de cada uno de nosotros, de perder el miedo a compartir algo que puede transformar la vida de otr@s. Es el momento de probar qué de lo que hemos vivido y aprendido podemos entregar.
Este es mi aporte, espero que lo disfrutes y compartas.
Un abrazo
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